La decoración del local, vintage y peculiar, es un reflejo de nuestras propias personalidades, escondiendo una lógica caótica de quienes tienen mucho que decir y la necesidad imperiosa de crear. Bolas del mundo, teléfonos de discos, matrioskas, cámaras antiguas, patinetas y obras de arte de diversos artistas plásticos y del tatuaje, escuchan el zumbar de nuestras máquinas desde las paredes.